sábado, 13 de marzo de 2010

Una mañana en el CGE

Comienza el año y con él continúan estas postales, esta manera de contar experiencias propias y ajenas, a manera de descargo, que nos suceden como simples ciudadanos. Así la peleamos día a día, si no me creen sigan leyendo estas líneas...
Una amiga docente novata, va en busca de su tercer recibo de sueldo. Allí verifica que todo continúa como en el mes de noviembre de 2009. No lo puede creer. Pasados ya más de tres meses del reclamo, emprende con mucho coraje el camino conocido de memoria rumbo a su archienemigo edificio del Consejo General de Educación.
Otra vez esas colas interminables del sector liquidaciones. Otra vez las oficinas-nichos al borde del colapso. Otra vez las vendedoras de ropa y de carteras que distraen con éxito a las empleadas estatales. Con resignación subió uno a uno los escalones. La espera fue larga. Con los papeles en mano esperó su turno rogando e implorando por lo bajo que el liquidador haya decidido presentarse a trabajar. Repasó los errores: la antigüedad y el descuento para la mutual... ¿cuándo podría hacerse los postergados análisis? Revisó por enésima vez el recibo de sueldo, el certificado de funciones y el reclamo hecho en el área recursos humanos. Faltando dos personas explota un escándalo. Una mujer ofuscada en reclamo por sus haberes mal liquidados ya agotó su paciencia. Gritos y escaramuzas. No queda otra que volver, volver, volver. Como respuesta ante el incidente un inquietante dialoguillo elevado de tono entre dos empleadas:
-Estoy harta, ¿qué se creen, que somos sus sirvientas?
-Ahap
-Yo no soy sirvienta de nadie.
-Noo, yo tampoco.
-Ya lo dijo alguien que la tenía re-clara en estos asuntos: hay una sola letra que diferencia la palabra “decente” de la palabra “docente”.
La señora que estaba adelante de mi amiga, la miró apretando su labio inferior y levantando las cejas, no faltó nada más en su gesto. Solo lo completó un leve murmullo entre dientes: “lo hacen al propósito para que las escuchemos todos”...