viernes, 2 de enero de 2009

Playas playas...

A manera de postal para turistas -esas que solían venderse en los puestos de diarios y revistas-, la vidriera de turno deja ver de fondo cielo, arena y río. Es la misma que se llena de luces de colores -por no decir de espejitos- cuando de mostrar y aparentar se trata.
Expertos en inauguraciones oficiales “nuestros” funcionarios están a la orden del día y después... si te he visto no me acuerdo o a seguir cumpliendo con la apretada agenda de ocupaciones, las mismas que confunden en su (des)orden de prioridades. Se trasladan de aquí para allá, en sus autos brillosos de vidrios polarizados robándole tiempo al tiempo. Vestidos no para la ocasión, sí para las cámaras presencian actos de una fugacidad extraordinaria: lo importante es lo qué se ve ¿no?. En fin, para esta ocasión el escenario fue el balneario municipal Thompson -porque por suerte sigue habiendo pequeños placeres gratuitos- convertido en una petit isla caribeña. Todos los detalles estuvieron previstos, también los adjetivos calificativos: “un balneario totalmente renovado, con nueva infraestructura y nueva cartelería, más arena, un importante sector de boyado y una incomparable vista...” además de las habituales palmeras y la protagónica incorporación de simpáticas sombrillas de paja. Pero, sin dudas, el bonus track de la tarde decorada con nubarrones y rayos (naturales), fue una banda en vivo interpretando temas clásicos de salsa y merengue al ritmo de las maracas: “Guantanamera...guajira Guantanamera...yo soy un hombre sincero, de donde crece la palma y antes de morir yo quiero cantar mis versos del alma...”¡Qué ritmo! ¡Qué sabor! ¡Di vi no! A pesar de no abandonar su atuendo urbano, el Intendente cortó las cintas e inauguró oficialmente las playas. No faltó una bendición final, para invocar a los buenos espíritus. Menos mal que el río creció*... menos mal.
Mientras la función dejaba atrás los últimos acordes, cerca muy cerca, la gente de Puerto Sánchez observaba... allí los chicos no saben de boyas, ni de palmeras, ni de cortar cintas. Saben de río, de sauces, de espineles, de la falta de pescado y también de trabajo, saben de cumbia y que en ese balneario con sobre valuadas cabañas de madera, ellos no son muy bienvenidos.

*N de la A: Lámentablemente, el año nuevo nos encuentra sin playas en la ciudad, debido a la baja del río.... sniff!!!

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